- Año: 2013
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Fotografías:Roland Halbe, Fernando Alda
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La arquitectura se nutre constantemente de imágenes ocultas en nuestra memoria, ideas que en algún instante se tornan nítidas y claras e indican inesperadamente el inicio de un proyecto. Tal vez por ello el eco de la cultura hispano-musulmana latente aún en Córdoba haya supuesto inconscientemente algo más que una nota al margen en nuestra propuesta. Frente a la homogeneidad que la civilización globalizada parece imponer en todos los ámbitos, el Espacio de Arte Contemporáneo aspira a interpretar una occidentalidad diferente, superando el tópico de esta expresión a menudo empleada.
Desconfiando de la supuesta eficacia y flexibilidad del contenedor neutro y universal adoptado tan comúnmente hoy en día, imaginamos un edificio estrechamente vinculado a un lugar y a una lejana memoria, en el que cada espacio se configura individualmente, a un tiempo que es susceptible de transformarse y expandirse en secuencias de diferentes dimensiones, usos y cualidades espaciales. Siempre nos ha admirado la sencillez de las ocultas leyes geométricas por medio de las que aquellos artistas, artesanos y alarifes de un remoto pasado cordobés eran capaces de generar el espacio múltiple e isótropo de la Mezquita, el complejo faceteado de bóvedas y mocárabes, las permutaciones de los motivos ornamentales de celosías, pavimentos y atauriques, o bien las reglas y ritmos narrativos implícitos en los poemas y cuentos de la tradición islámica.
Al igual que aquellas estructuras literarias que incluían un relato dentro de otro, dentro de otro… -una historia sin fin- concebimos el proyecto a partir de un sistema, una ley generada por un patrón geométrico autosimilar, originado en una forma hexagonal, que contiene a su vez tres tipos diferentes de salas, de 150 m², 90 m², y 60 m². Como un juego combinatorio, las permutaciones de estos tres recintos generan secuencias de distintas salas que eventualmente pueden llegar a configurar un único espacio de exposición.
Los talleres de artistas en planta baja y los laboratorios en planta superior, se ubican en contigüidad con las salas expositivas, hasta el punto que ni siquiera existe entre ellos una estricta diferenciación: en el taller también es posible exponer mientras que las salas podrán utilizarse de hecho como espacios para la producción artística. El salón de actos – la caja negra- se concibe como un espacio escénico apto para representaciones teatrales, conferencias, proyecciones, o bien como un recinto singular para exposiciones audiovisuales.
El Espacio de Arte Contemporáneo no es un organismo centralizado: el centro se desplaza de un espacio a otro, está en todas partes. Se configura como una secuencia de recintos vinculados a una calle pública, en la que confluyen las distintas funciones del edificio. Concebido como lugar de cruce y encuentro, es un espacio común donde poder exponer e intercambiar ideas, ver una instalación, acceder a exposiciones, visitar el café, entrar en la mediateca, esperar el inicio de una representación en la caja negra, o quizá asomarse al Guadalquivir.
Los materiales contribuirán a sugerir el carácter de factoría del arte que impregna el proyecto. En el interior muros y losas desnudos de hormigón y solados continuos, establecen una estructura espacial susceptible de ser transformada individualmente por medio de diferentes intervenciones. Una red de infraestructuras eléctricas, digitales, de audio e iluminación, facilitan la posibilidad de acceder a múltiples tomas y conexiones en todo lugar.
Al exterior el edificio aspira a expresarse por medio de un único material: paneles prefabricados de GRC que a un tiempo revisten fachadas opacas y perforadas, o bien conforman las cubiertas planas o con pendientes variables de las salas. La concepción industrializada del sistema, así como las condiciones de impermeabilidad, aislamiento y ligereza del material, colaboran a garantizar la precisión y racionalidad de su ejecución a un tiempo que participan del concepto combinatorio que gobierna todo el proyecto.
La fachada al río, verdadera máscara protagonista del edificio hacia el exterior, se concibe como una pantalla perforada por múltiples huecos poligonales tras los que se alojan lámparas monocromáticas tipo LED. Por medio de un programa informático apropiado, señales de video generarán imágenes y textos que encontrarán su reflejo en la lámina de agua del río y permitirán instalaciones específicamente concebidas para el lugar. Durante el día, la luz natural se filtrará a través de las perforaciones, e inundará tamizada la calle interior cubierta.
En el Espacio de Arte Contemporáneo confluirán artistas, visitantes, expertos, investigadores, curiosos, como en un contemporáneo zoco cultural, sin jerarquías espaciales evidentes. Será un centro para la creación artística que vinculará estrechamente el espacio arquitectónico con el arte y con el público: un laboratorio abierto donde la arquitectura pretende provocar también nuevos modos de expresión. Algunas de las más recientes propuestas ligadas a las últimas tecnologías parecen alejarse cada vez más de la materialidad para sumergirse en una virtualidad desconectada de un lugar concreto, pero tal vez por ello, disintiendo de esa interpretación –ya un lugar común- estamos convencidos de que el propio edificio, el río Guadalquivir, el presente y el pasado de Córdoba, no serán solo una circunstancia casual sino –como también lo han sido para nosotros- el origen de un diálogo, una coincidencia, o quizá de un rechazo. ¿Pues, no son estos también sentimientos que subyacen en la búsqueda de toda expresión artística?